Todos ustedes conocen la Gran Ley. Una forma de exponerla es decir: "Cada cual produce su igual", "El bien produce el bien", "Del mal sólo se deriva el mal" o "Lo que sembramos en pensamiento, lo cosechamos en experiencia."Si nuestra experiencia diaria es positiva, constructiva y amable, producimos salud, éxito y libertad. Si nos la pasamos pensando en cosas negativas, pesimistas y malvadas, producimos enfermedad, fracaso e infelicidad. Si nuestra vida está gobernada por la Fe, nos hacemos más jóvenes, más prósperos y más felices con el paso de los años. Si nuestra vida está gobernada por el miedo, los años fugaces traen edad, decrepitud y frustración.La gente sabe que estas cosas son verdad y, sin embargo, a pesar de este trascendental conocimiento, constantemente usa la Gran Ley para su propia destrucción. No se le ocurriría echarle agua al tanque de gasolina de su automóvil, o arena dentro de su reloj, o vidrio molido en su comida; pero hace algo igual de insensato cada vez que piensa, habla o actúa negativamente. Al conocer la Ley, cuesta no preguntarse qué tiene en la cabeza gente como ésta -cerebro o aserrín.Gracias a Dios que conocemos la Gran Ley, porque ésta nos da la clave de la vida. Todo lo que tenemos que hacer es aplicarla, y si bien esto al principio será algo difícil -como lo es adquirir algún hábito nuevo o aprender alguna técnica nueva-, sin embargo la práctica traerá la perfección, y los buenos resultados se acumularán con una velocidad inimaginable.En el futuro, cuando veas que estás pensando negativamente, te dirás con severidad: "¿Cerebro o aserrín?", e inmediatamente cambia a lo que sabes que es la Verdad del Ser.Emmet Fox (1886-1951) |