La soberbia sólo asegura una vida de soledad y vacíos. La pregunta es: ¿por qué aun conociendo su destino hay personas que siguen atrapadas en ese perfil altivo que no les lleva a nada constructivo? Seguramente detrás de ese gesto tan despectivo hay un gran dolor no reconocido.
Es más sencillo enfrentarse con ese fantasma interno dañado, darle voz y voto, que explique por qué la persona está tan enojada con la vida, con la gente, con las situaciones... quizás tanta soberbia sólo esté camuflando un desesperante pedido de auxilio. Y en realidad, esa persona aparentemente fuerte sólo cubre a una persona frágil y débil.
Antes de discriminar tanta arrogancia y altivez intentemos jugar desde un ángulo nuevo que las personas altaneras desconocen: la paciencia, el gesto amoroso, la recepción paciente, la escucha inteligente y afectuosa, la mirada humilde y atenta... Enseñarle de lo que carece. Si no lo ve, es imposible que lo aprenda.
Y tengamos en cuenta que si la descolocamos mostrándole esas herramientas tan humanas y habituales en muchos de nosotros la estaremos dejando en evidencia en su postura tan "armada" y le estaremos facilitando gran parte del recorrido que necesita hacer para comenzar a sanar: enseñarle una conducta humilde y amorosa de la que carece y no goza.
Fuente: Ps. Patricia Cabrera Sena – www.suconsulta.com |