La amabilidad tendría que educarse y enseñarse.Si lo pensamos bien, sería mucho mejor ser amables por naturaleza, por esencia, por respeto, por cariño, por amor, por consideración, por sensibilidad. Todos éstos tendrían que ser aspectos que corren intrínsecos en nuestras venas. Tendrían que ser parte elemental de nuestro modo de ser y tratarnos.No tendría que venir nadie a enseñarnos a ser amables, y menos aún siendo adultos. A los pequeños, ya es una necesidad recordarles que el mundo no gira alrededor de su historia, y que hay otras vidas, otros cuerpos, otras realidades y personas a su lado, con las que aprender a convivir, a las que prestar atención, y con las que tener consideración. Y el ejemplo tendría que ser el mejor libro de enseñanza para esos niños.Si eres amable, ¡te costará menos!Ser amables nos facilita mucho en la vida. Genera a su vez una cadena de actitudes amables alrededor nuestro, mínimos gestos, simples sonrisas, una sencilla mirada afable, un gesto cortés, palabras afectuosas, motivadoras... hay tantos modos de alimentar la amabilidad entre todos, algo que no nos cuesta NADA y puede repercutir en MUCHO. Y los primeros beneficiados somos nosotros.¿Por qué negamos cosas tan obvias? ¿Por qué resistirnos a actitudes amorosas con nosotros y con otros?Enseñemos amabilidad porque realmente es lo que hace la diferencia en nuestras vidas, la actitud de los que nos rodea cambia, y con ello nuestro ánimo, y con ello los resultados de TODO, desde el trabajo, pasando por los desafíos que enfrentamos, o las relaciones importantes que nos preocupan, incluso nuestra salud. Un gesto con toques amables sin duda hace la diferencia en el resto de tu día, hoy mismo. Y es la actitud que menos cuesta. Piénsalo: menos costo, mejores ganancias...Y ahora, ponlo a prueba.Ps. Patricia Cabrera Sena - www.suconsulta.com |