Si los obstáculos se repiten sospechosamente en tu vida, presta atención: no estás escuchando lo que te enseñan.

Las limitaciones encontrarán las formas más variadas para hacerte notar que no las estás atendiendo.

Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.

¿Por qué somos tan tercos? ¿Por qué nos cuesta tanto aprender la lección? ¿Acaso no nos damos cuenta que los primeros perjudicados somos nosotros?

Seguramente no, no nos damos cuenta, seguimos empecinados en objetivos que hace rato nos demuestran que más que sanarnos, nos dañan, que más que fortalecernos, nos debilitan.

Aprendamos a distinguir las piedras en el camino. Algunas sirven como soporte o trampolín para saltar más alto y más lejos. Pero otras (casualmente las que no vemos) nos llevan a dolorosas caídas e inesperados tropiezos. Esas son las rocas más peligrosas. Tenemos que aprender a verlas, reconocerlas antes de tiempo y sabernos proteger de ellas, ver las distintas técnicas o estrategias para esquivarlas.

¿A qué roca te estás aferrando? ¿A la que te motiva a saltar más alto o a la que genera lacerantes heridas difíciles de curar? Analízalo bien, focaliza el problema, súfrelo… Pero también ten el claro propósito de superarlo, rescátate del sufrimiento que reincide en tu vida, entiende las causas por las que se repite. Algo en tu interior se está equivocando y te está dañando. No son casualidades, son formas de no saberte defender. Necesitas nuevas herramientas para hacerlo. Aprende de tu psiquismo, indaga, averigua, profundiza, escúchate, busca espacios donde poder sacarle el velo a tanto misterio. La verdad está adentro no afuera.

Fuente: Ps. Patricia Cabrera Sena